La entidad financiera repartía tarjetas de compra, que el responsable de la oficina gastó personalmente en varios comercios
El director se estuvo gastando las tarjetas regalo, que debían emplearse en compras
Según explica la sentencia, esta entidad bancaria reparte lo que denominada tarjetas regalo, que se entregan a determinados clientes. Es una forma de premiar la fidelidad de los clientes. Estas tarjetas no se pueden cambiar con dinero en metálico. El importe, que suele variar en cada caso, se debe gastar a través de compras en determinados establecimientos.
La auditoría interna demostró que el director de la oficina de Calvià tenía que repartir más de 40 tarjetas a diferentes clientes, con distintas cantidades, pero no lo hizo. Se las quedó él y realizó compras con dichas gratificaciones. Estas operaciones se realizaron en tres comercios, uno de ellos un restaurante. Estas tarjetas eran todas nominativas.
Una empleada de esta oficina, que estuvo un tiempo de baja por maternidad, también recibió una de estas tarjetas de incentivos, por valor de 500 euros. El director, en vez de entregarle el dinero a esta empleada, lo que hizo fue repartirlo entre todos los trabajadores de la oficina, que recibieron 100 euros cada uno. El responsable de la oficina le dijo a su subordinada que como no había trabajado en los últimos meses, consideraba que el dinero debía repartirse entre todos los compañeros. La empleada se quejó y el resto de empleados tuvo que devolver el dinero recibido.
Otro de los hechos graves que detectaron los auditores corresponde a operaciones de crédito concedidos a determinados clientes. La entidad financiera autoriza al director a que apruebe préstamos, siempre y cuando no superen determinadas cantidades. Los datos del préstamo deben introducirse en un programa informático, que valora los riesgos. A pesar de que no existían garantías de devolución, el director autorizó préstamos que no debía aprobar.